
La que parecía ser una historia de amor sacada de un cuento de hadas entre la rubia cineasta Jamie Perkins y la modelo sursudanesa-australiana de piel oscura Nikki Thot comenzó en línea en 2009 a través de MySpace. Su conexión fue tan fuerte que rápidamente se casaron en marzo de 2010, y más tarde llegaron sus dos hijas: Ava, en enero de 2016, y Zoe, en marzo de 2018. Esta familia fotogénica, acompañada de su perro Louis, abrazó con entusiasmo las redes sociales, acumulando millones de seguidores en su canal de YouTube, donde compartían su día a día. Su propuesta de matrimonio, organizada por Jamie en una plaza pública, se volvió viral, al igual que su video de boda, lo que convirtió su vida familiar en una carrera de tiempo completo dedicada al vlogging y a documentar momentos importantes.

La infancia de Nikki en los suburbios de Melbourne, tras mudarse desde Sudán a los cuatro años, contrastaba fuertemente con la vida pública de sus hijas. Mientras la niñez de Ava y Zoe era compartida abiertamente en internet, los primeros años de Nikki estuvieron marcados por la privacidad y por un fuerte enfoque en el trabajo duro y en seguir caminos profesionales tradicionales, tal como deseaban sus padres. Aunque al principio su familia se mostró reacia ante su carrera como modelo e influencer, con el tiempo fueron aceptando su nueva vida y comprendiendo el reconocimiento que traía consigo su presencia en línea. Sin embargo, a medida que la fama de Nikki crecía, su relación interracial con Jamie y el color de su piel se convirtieron en temas de debate público, generando comentarios negativos y juicios, especialmente en su canal secundario enfocado en la belleza.

A pesar del éxito en las redes sociales y la imagen de una familia feliz, el equilibrio entre lo público y lo privado acabó pasándoles factura. En 2023, Jamie anunció públicamente su separación de Nikki, revelando que, en realidad, habían terminado su relación en 2019 y que el divorcio se había finalizado cuatro años después. Esta revelación contrastó fuertemente con la imagen amorosa que habían proyectado en internet. En un video publicado en YouTube, Jamie hizo serias acusaciones de “abuso”, “violencia” e infidelidad durante sus seis años de matrimonio, y confesó que vivió con miedo y en modo de supervivencia para poder seguir siendo padre. Además, compartió sus diagnósticos de trastorno de estrés postraumático (TEPT), depresión situacional y ansiedad social severa tras la separación, alegando que Nikki le fue infiel con un exnovio.

Nikki respondió a las acusaciones a través de su historia de Instagram, expresando su “extrema decepción” y afirmando que Jamie intentaba “difamarla”. Dijo que inicialmente quiso mantener todo en privado por el bienestar de sus hijas, pero que sintió la necesidad de contar su versión de los hechos tras las declaraciones públicas de su ex. Negó haber tenido contacto con Jamie desde la publicación del video y también rechazó haber amenazado con acciones legales. Nikki afirmó además que Jamie la culpaba por todo lo que salía mal en su vida y que, para él, nada de lo que ella hacía estaba bien.


Hoy, Jamie y Nikki viven por separado. Jamie sigue trabajando como influencer y se describe como youtuber, aventurero, amante de los autos y padre soltero dedicado a sus hijas, que ahora tienen 6 y 8 años. A pesar de la ruptura pública de su matrimonio y de las graves acusaciones cruzadas, su historia se presenta como un camino de resiliencia y crecimiento personal. Aunque su relación romántica terminó, ambos siguen enfocados en sus “adorables pequeñas”, mientras aprenden a avanzar por caminos distintos y a criar juntas a sus hijas desde espacios separados.